El día Martes 6 de octubre vivimos una experiencia enriquecedora en el mejor Bosque Seco Protegido de la ciudad de Guayaquil como es Cerro Blanco.
Fuimos 12 niño/as Joaquin (5), Omlayia (5), Alejandro (6), Damina (6), Santiago (6), Pepepe (7), Alejandra (8), Imael (8), Martina (11), Anita (11), y los facilitadores Julio y Mariuxi que mejor no ponemos nuestra edad, pero que sin dudas volvemos a nuestro niño interior.
Empezamos a las 9:00 haciendo un calentamiento para emprender el recorrido por el sendero Buena Vista, casi a la mitad del camino, encontramos en círculo de totems con animales emblématicos del bosque (Jaguar, Mono, Serpiente, Papagayo), este fue un espacio de conexión, ya que era necesario encontrar ese poder animal que cada uno tiene, ya que venía la parte más difícil del camino.
En el sendero pudimos encontrar un ceibo antiguo y grande, con grandes grietas para explorar.
Ya en el regreso tuvimos nuestra primera dificultad que fue la caida de Pepepe, quien valientemente se levantó y como buen explorar continúo con el camino.
Al llegar tuvimos nuestro refrigerio y un tiempo para jugar.
Luego nos fuimos hacer una visita al centro de Rescate de Cerro Blanco, siendo recibidos por Tania Rios, quien nos explicó que este espacio no hay que confundirlo con un zoológico, sino que aquí llegan animales porque están heridos, o han sido parte de tráficos ilegales, y que muchos de ellos pueden volver al bosque lastimosamente otros ya no pueden y quedan para estudios de conservación. Animales que vimos fueron loros, papagayos, tortugas, monos y zainos.
Después fuimos a visitar el vivero donde crecen miles y miles de árboles de diferentes especies del Bosque Seco, vimos como primero se seleccionan semillas, luego se las hace germinar, y finalmente se crian en pequeñas fundas hasta que vayan a plantarse, cada uno pudo elegir su árbol
Guayacán: Joaquin. Pepepe, Imael, Martina, Anita
Fernán Sánchez: Omlayia, Alejandro y Santiago
Laurel Negro: Damian
Cascol: Alejandra
Estos árboles van a ser cuidados en casa durante 1 a 2 años, para que cuando estén más grandecitos los podamos plantar en algún bosque. Luego vino nuestro hora de almuerzo y descanso.
Tuvimos nuestra exploración artística, representando lo que más nos había gustado del bosque utilizando materiales naturales.
Vendría la actividad final y más esperada, algunos ya estaban imaginandose y juntando rocas para empezar, se buscaron leños pequeños para poder iniciar, y la fogata estaba lista, ya con el fuego todos tenían mucha curiosidad de cocinar algo, solo habían frutas, aprovechamos el momento para hacer una exploración sonora con instrumentos artesanales.
Todos ayudamos a echarle agua para que se apague el fuego porque en un bosque jamás podemos dejar una fogata prendida ya que puede ocasionar un incendio forestal, cerrando nuestra jornada, comimos galletas con mermelada de mora y así terminó nuestro día.
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